Todo se acaba en esta vida. Aquí les dejo la segunda historia, hija de los últimos cinco minutos de clase.
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No tenía ganas de estar ahí. De hecho, lo que quería hacer era cerrar los ojos y dormir. Le costaba mucho poner atención mientras su esposo discutía de no sé qué enmienda a la Ley General de Recursos con el anfitrión de la casa. M. se acabó el trago con la esperanza de que el vodka frío le espabilara.
Echó un vistazo alrededor como si buscara ayuda, pero no había muchas opciones: el grupito cerca de la barra presumía a gritos su última parranda. Ya se sabía esa historia, “siempre la cuentan, todas y cada una de las veces que alguien nuevo presta orejas” se dijo para sí, con un mohín de fastidio. Su esposo le miró extrañado y le levantó rápidamente una ceja, que equivalía a un reproche. Traducido al idioma de pareja equivalía a un “ni se te ocurra bostezar, compórtate”. Así que M. reprimió los gestos y discretamente siguió con el análisis visual de la reunión. Además, de los de la barra estaban aquellos de la terraza, pero acercarse ahí era un peligro, pues estar cerca de Adrián equivalía a sentir las cosquillas que alguien casado no debe sentir más que por su conyugé.
La plática sobre la mentada ley parecía no tener fin. – Tengo que estirar las piernas, pensó M. y acto seguido, se levantó y disculpándose, se dirigió al baño de la casa. Apenas si había caminado hacia allí cuando se topó con Adrián, que perseguía su mismo fin.
Dos personas más nerviosas no había en ese lugar, si bien trataron de disimularlo. Al fin, llegaron ante la puerta del toilett: -pasa primero, dijo Adrián. –no, adelante, contestó M. –tú eres menor, insistió Adrián. –yo tengo más canas que tú, dijo M.
Las manos de los dos se rozaron al manipular la perilla. Más risitas nerviosas. Las miradas se cortaron cuando llegó un tercero a preguntar: -bueno y qué, pibes ¿van a pasar o no? Porque si no, yo llevo prisa. Y sin más, se metió, dejándolos a los dos tímidos y confusos, y así se hubieran quedado de no ser porque llegó un cuarto a decir : -“Miguel, qué te anda buscando tu esposo allá”, ¿qué gran fiesta, no Adrián?” A Miguel no le quedó más remedio que regresar al saloncito, todavía con ganas de ir al baño… y con cosquillas.
19.7.10
A punto de dormir / Historia 1
Pasé por aquí por la sencilla razón de que me estoy volviendo adicta al daiquirí de fresas. Es el segundo o tercero de la semana, no sé bien. Creo que todo se ha conjugado para favorcer mi incipiente alcoholismo, entre las visitas al súper, el insomnio y el calor, todo se mezcla satisfactoriamente.
Y ya que estoy aquí, dejaré una breve historia. No tienen mucha mano, pues fue creada en breves minutos y quise respetar esa presurosa esencia.
Capítulo 6*
Me levanté de la cama ansiosa. Estaba segura que esta vez funcionaría, al fin y al cabo, el que busca al diablo termina encontrándolo, ¿no? Eso siempre dicen, así que vamos a ver de qué color tiene la cola. Todo es cuestión de encontrar a la persona adecuada para que me de el pasaporte correcto.
Por más que trato de concentrarme en sentir el agua caliente de la regadera, me es imposible sentir, de verdad sentir, las gotas. Nunca logro estar en el presente y menos cuando traigo algo entre manos. ¿ya me puse champú? En fin, vamos a ver, repasemos el plan. Primero, hay que llegar hasta ese lugar.
-Rrrriiiing.
El teléfono no para de sonar, pero no voy a atenderlo esta vez. El trabajo se puede ir al carajo, después de todo, no voy a necesitarlo más. El café ya está listo.
Jeans desgastados, mis tenis preferidos, una blusa bastante usada. No debo llamar la atención más de lo debido. Llevo el dinero necesario y una identificación para apresurar las cosas después de. Aquí vamos, pues.
-Rrrriing.
Carajo, que no voy a contestar. Después de todo, ¿qué le diría al estúpido jefe? Voy a la “close the window”. Jajajajajajaja, la señora del carro de al lado no deja de mirarme, pero es que todavía me muero de la risa con eso, “saludos a la close the window”. Y para allá voy, bueno, siempre que el imbécil de adelante entienda que el verde es para siga. –Múevete, animal. Tengo que buscar donde me voy a estacionar, tiene que ser lejos, debo llegar a pie.
Heme aquí. La zona es tal como la esperaba, un rincón tan alejado de la del Valle y del Palacio de Gobierno: unos junkies por aquí, otros por allá. Calles trazadas únicamente por el paso de la gente que ha construido túneles para facilitar el trasiego de todo. En esta ratonera hay basura, llantas viejas, partes de carros, casquillos, borrachos perdidos, tejabanes –con su respectiva antena parabólica-, charcos, dengue, claro, chiquillos que deberían de estar en la escuela y mujeres que deberían de estar en cualquier otro lado menos peleándose el territorio a base de mostrar más carne. Allá van las patrullas –es muy temprano para recoger su cuota- y aquí vienen estos dos pandilleritos. No tendrán más de 20 años, uno muy alto y otro no tanto, flacos como churros escasos. Los ojos vidriosos y el bigote ralo. Seguro los manda aquél que parece tener guardaespaldas, en la casucha de allá arriba. Habrá que autorregularse:
-buenas… y ¿qué o qué?
-buenas, pus nada, aquí. Buscando gente pa´un jale. – creo que me tiembla un poco la voz.
-ah, pus ¿de qué o qué? Y de ¿cuánto?, dice el más alto. El otro nada más hace muecas.
-Pus da lo mismo cuánto, es todo lo que traigo. El jale es fácil.
-por eso, doña, pero ¿qué o qué?, insiste el más alto. El otro, impaciente, sigue con sus gestos.
-pus mira, ¿traes fusca?
-¿pa’ qué?, escupe ahora sí el menos alto.
-pa´quebrarme, les digo. Los dos se miran, sin comprender mis palabras. No entienden.
-si, pues. Vengo a que me den un tiro. Justo aquí, le digo al alto mientras tomo su mano grande, sucia y callosa y la llevo en medio de mi frente. Igual fueron mis nervios pero sentí que el mochuelo se estremecía. Ya debía varias, traía al menos cuatro lágrimitas acompañando el tatuaje del hombro, entonces no comprendo por qué lo incomodaba la idea de matarme a quemarropa. Rápidamente quitó la mano y ceñudo, me dijo: -¿cuánto traes?-
-todo lo que conseguí. Como quiera, yo sé que me lo puedes quitar así nomás, pero pus, yo vine porque se que aquí no se rajan, dije tratando de parecer desafiante. Se hizo un brevísimo silencio, interrumpido por una pelea de perros callejeros.
-pérate, masculló al fin el menos alto- ahí venimos.
Y mi plan perfecto, se fue caminando hasta el cuartel general de Don Chingón. Debo causarles extrañeza porque veo venir a cuatro más. Ya frente a mí, me hacen una escueta invitación / amenaza imposible de rechazar: -venga
Allá voy, rodeada por seis churros a medio hacer, flacos e incómodos. Las mujeres de la calle gritan –y esa qué?- mientras subo los primeros escalones de tubos. No voy mucho más arriba, me sale un señor güero al paso. Bigotón, con gorra y lentes. Se me queda viendo detenidamente.
-no trae nada? Pregunta
-pus no, jefe, no está viendo que está orate
Intento decir algo pero el jefe se lleva el dedo a la boca indicando que me calle.
-aquí nomás hablo yo, mija.
-así que quieres que te tronemos? Y todos se ríen.
De nuevo, quiero hablar pero me interrumpe:
-no sé quién te mandó, si eres chivata, o te están watcheando o de plano estás pendeja, pero mira, desde que caminastes hacia aquí te seguimos los pasos. De haber querido, ya te hubiéramos asaltado, violado, secuestrado, matado o todo lo anterior. Si tas aquí es porque yo no soy pendejo y lo que vamos a hacer es simple: me vas a dar el dinero –es eso, o te lo quitamos a chingazos- y te vas a ir por donde viniste. Y le vas a decir al pendejo que te mandó –de nuevo quise hablar y de nuevo me calló- que si no te envío dentro de una caja en pedacitos es porque hoy es día de San Judas Tadeo y a San Juditas, y besó un tatuaje que traía en el bíceps, y a la Santa yo no los molesto en su día, más que sea por urgencia y tú no eres una urgencia. Tú eres una pendeja que cree que viene a verme la cara y a tenderme un cuatro.
-Quise hablar pero me gritó ya medio desesperado: que te calles mija. A ver, dale la lana al Marquitos aquí, y Marquitos -que resultó ser el menos alto- me tendió la mano, con una cara seria mientras todos se reían, “dáselo, mija o te lo vamos a quitar a chingazos. No nos entretenemos contigo porque hay que ir a ver a Tadeo y luego hay jale, pero si no, mira – e hizo una seña obscenísima… andale, Marquitos, -y Marquitos me extendió la mano mientras se llevó la otra al bolsillo. Resignada, le di el dinero que traía.
-Y ahora, dijo complacido, -acompañen a esta pendeja a la callecita de donde vino y no se tarden. Hay que pasar a cobrar antes.
Pensé en insultar, golpear, provocar en fin, su coraje y obtener así la tan ansiada muerte. Pero ya me lo había advertido: hoy era día de San Judas y hoy no me iban a matar. Quizá mañana.
Carajo, y yo que no quería llegar a los treinta. Todo por no querer hacerlo yo…
-Lárguese doña, y no vuelva. No siempre andamos de buen humor, me gritó el menos alto –Marquitos- cuando me alejaba.
Maldita sea con mi plan perfecto. Pues que no siempre dicen que el que busca al diablo termina encontrándolo? Yo vine a buscarlo y encontré a San Judas. No sólo sigo viva, sino que además, seguramente desempleada carajo. Todo por no hacerlo yo.
*Esta historia tiene tantos capítulos como autores: cada participante del taller debía tomar un día de la vida de una mujer llamada Lilith y narrarlo. Nuestro hilo conductor: suicidio fallido. En el décimo y último capítulo, a sus ochenta años, la mujer se da cuenta que quiere seguir viva... poco después de saber que le quedan pocos días de vida.
Y ya que estoy aquí, dejaré una breve historia. No tienen mucha mano, pues fue creada en breves minutos y quise respetar esa presurosa esencia.
Capítulo 6*
Me levanté de la cama ansiosa. Estaba segura que esta vez funcionaría, al fin y al cabo, el que busca al diablo termina encontrándolo, ¿no? Eso siempre dicen, así que vamos a ver de qué color tiene la cola. Todo es cuestión de encontrar a la persona adecuada para que me de el pasaporte correcto.
Por más que trato de concentrarme en sentir el agua caliente de la regadera, me es imposible sentir, de verdad sentir, las gotas. Nunca logro estar en el presente y menos cuando traigo algo entre manos. ¿ya me puse champú? En fin, vamos a ver, repasemos el plan. Primero, hay que llegar hasta ese lugar.
-Rrrriiiing.
El teléfono no para de sonar, pero no voy a atenderlo esta vez. El trabajo se puede ir al carajo, después de todo, no voy a necesitarlo más. El café ya está listo.
Jeans desgastados, mis tenis preferidos, una blusa bastante usada. No debo llamar la atención más de lo debido. Llevo el dinero necesario y una identificación para apresurar las cosas después de. Aquí vamos, pues.
-Rrrriing.
Carajo, que no voy a contestar. Después de todo, ¿qué le diría al estúpido jefe? Voy a la “close the window”. Jajajajajajaja, la señora del carro de al lado no deja de mirarme, pero es que todavía me muero de la risa con eso, “saludos a la close the window”. Y para allá voy, bueno, siempre que el imbécil de adelante entienda que el verde es para siga. –Múevete, animal. Tengo que buscar donde me voy a estacionar, tiene que ser lejos, debo llegar a pie.
Heme aquí. La zona es tal como la esperaba, un rincón tan alejado de la del Valle y del Palacio de Gobierno: unos junkies por aquí, otros por allá. Calles trazadas únicamente por el paso de la gente que ha construido túneles para facilitar el trasiego de todo. En esta ratonera hay basura, llantas viejas, partes de carros, casquillos, borrachos perdidos, tejabanes –con su respectiva antena parabólica-, charcos, dengue, claro, chiquillos que deberían de estar en la escuela y mujeres que deberían de estar en cualquier otro lado menos peleándose el territorio a base de mostrar más carne. Allá van las patrullas –es muy temprano para recoger su cuota- y aquí vienen estos dos pandilleritos. No tendrán más de 20 años, uno muy alto y otro no tanto, flacos como churros escasos. Los ojos vidriosos y el bigote ralo. Seguro los manda aquél que parece tener guardaespaldas, en la casucha de allá arriba. Habrá que autorregularse:
-buenas… y ¿qué o qué?
-buenas, pus nada, aquí. Buscando gente pa´un jale. – creo que me tiembla un poco la voz.
-ah, pus ¿de qué o qué? Y de ¿cuánto?, dice el más alto. El otro nada más hace muecas.
-Pus da lo mismo cuánto, es todo lo que traigo. El jale es fácil.
-por eso, doña, pero ¿qué o qué?, insiste el más alto. El otro, impaciente, sigue con sus gestos.
-pus mira, ¿traes fusca?
-¿pa’ qué?, escupe ahora sí el menos alto.
-pa´quebrarme, les digo. Los dos se miran, sin comprender mis palabras. No entienden.
-si, pues. Vengo a que me den un tiro. Justo aquí, le digo al alto mientras tomo su mano grande, sucia y callosa y la llevo en medio de mi frente. Igual fueron mis nervios pero sentí que el mochuelo se estremecía. Ya debía varias, traía al menos cuatro lágrimitas acompañando el tatuaje del hombro, entonces no comprendo por qué lo incomodaba la idea de matarme a quemarropa. Rápidamente quitó la mano y ceñudo, me dijo: -¿cuánto traes?-
-todo lo que conseguí. Como quiera, yo sé que me lo puedes quitar así nomás, pero pus, yo vine porque se que aquí no se rajan, dije tratando de parecer desafiante. Se hizo un brevísimo silencio, interrumpido por una pelea de perros callejeros.
-pérate, masculló al fin el menos alto- ahí venimos.
Y mi plan perfecto, se fue caminando hasta el cuartel general de Don Chingón. Debo causarles extrañeza porque veo venir a cuatro más. Ya frente a mí, me hacen una escueta invitación / amenaza imposible de rechazar: -venga
Allá voy, rodeada por seis churros a medio hacer, flacos e incómodos. Las mujeres de la calle gritan –y esa qué?- mientras subo los primeros escalones de tubos. No voy mucho más arriba, me sale un señor güero al paso. Bigotón, con gorra y lentes. Se me queda viendo detenidamente.
-no trae nada? Pregunta
-pus no, jefe, no está viendo que está orate
Intento decir algo pero el jefe se lleva el dedo a la boca indicando que me calle.
-aquí nomás hablo yo, mija.
-así que quieres que te tronemos? Y todos se ríen.
De nuevo, quiero hablar pero me interrumpe:
-no sé quién te mandó, si eres chivata, o te están watcheando o de plano estás pendeja, pero mira, desde que caminastes hacia aquí te seguimos los pasos. De haber querido, ya te hubiéramos asaltado, violado, secuestrado, matado o todo lo anterior. Si tas aquí es porque yo no soy pendejo y lo que vamos a hacer es simple: me vas a dar el dinero –es eso, o te lo quitamos a chingazos- y te vas a ir por donde viniste. Y le vas a decir al pendejo que te mandó –de nuevo quise hablar y de nuevo me calló- que si no te envío dentro de una caja en pedacitos es porque hoy es día de San Judas Tadeo y a San Juditas, y besó un tatuaje que traía en el bíceps, y a la Santa yo no los molesto en su día, más que sea por urgencia y tú no eres una urgencia. Tú eres una pendeja que cree que viene a verme la cara y a tenderme un cuatro.
-Quise hablar pero me gritó ya medio desesperado: que te calles mija. A ver, dale la lana al Marquitos aquí, y Marquitos -que resultó ser el menos alto- me tendió la mano, con una cara seria mientras todos se reían, “dáselo, mija o te lo vamos a quitar a chingazos. No nos entretenemos contigo porque hay que ir a ver a Tadeo y luego hay jale, pero si no, mira – e hizo una seña obscenísima… andale, Marquitos, -y Marquitos me extendió la mano mientras se llevó la otra al bolsillo. Resignada, le di el dinero que traía.
-Y ahora, dijo complacido, -acompañen a esta pendeja a la callecita de donde vino y no se tarden. Hay que pasar a cobrar antes.
Pensé en insultar, golpear, provocar en fin, su coraje y obtener así la tan ansiada muerte. Pero ya me lo había advertido: hoy era día de San Judas y hoy no me iban a matar. Quizá mañana.
Carajo, y yo que no quería llegar a los treinta. Todo por no querer hacerlo yo…
-Lárguese doña, y no vuelva. No siempre andamos de buen humor, me gritó el menos alto –Marquitos- cuando me alejaba.
Maldita sea con mi plan perfecto. Pues que no siempre dicen que el que busca al diablo termina encontrándolo? Yo vine a buscarlo y encontré a San Judas. No sólo sigo viva, sino que además, seguramente desempleada carajo. Todo por no hacerlo yo.
*Esta historia tiene tantos capítulos como autores: cada participante del taller debía tomar un día de la vida de una mujer llamada Lilith y narrarlo. Nuestro hilo conductor: suicidio fallido. En el décimo y último capítulo, a sus ochenta años, la mujer se da cuenta que quiere seguir viva... poco después de saber que le quedan pocos días de vida.
15.7.10
Soundtrack post 2: De espaldas a mi, Mikel Erentxun.
Soundtrack post 2: De espaldas a mi, Mikel Erentxun.
Hace ya rato que esta canción fluye hacia mí cuando menos me lo espero.
Recuerdo haberla escuchado por primera vez en algún canal de música, a mitad de los noventas, aunque en aquel entonces fue otro single el que me robó la atención (Suelta las riendas de mi corazón).
Mi siguiente flashback me lleva a la radio, años después. Ya era mía, pero no totalmente. Cambiaba de estación para encontrar algo decente (meta difícil antes y tan imposible ahora) cuando la locutora lamentaba que la gente hubiera preferido solicitar "En algún lugar..." de Duncan Dhu en vez de elegir De espaldas a mi. Vociferaba todo lo que podía en contra de las masas y la música comercial. Yo no quiero menospreciar a Duncan Dhu -cien gaviotas donde irán- aunque ciertamente prefiero el trabajo coherentemente más refinado de Mikel pero ¿qué le vamos a hacer? Si las masas tuvieran el cerebro conectado al oído viviríamos en un mundo feliz, feliz.
Pero no es así. Y más allá de los Alfas, Bettas y Gammas de Aldous Huxley tenemos tres clases de gente por aquí: los que van a ver a Mikel Erentxun cuando viene a Monterrey, los que deciden no ir y los que de plano no lo conocen. Mi compasión a esos dos últimos, los primeros fuímos tan felices. Al menos, yo fui eternamente feliz los eternos minutos que duró De espaldas a mi en el concierto el pasado 29 de mayo. Ciertamente, la tocada no fue para nada publicitada -lamentablemente- y el lugar es tan malo que paso de mencionarlo. El sonido también dejó mucho que desear pero aún y todo -de verdad, aún y todo-, la noche fue inolvidable, aunque no deja de darme pesar que este donostiarra siendo tan buen músico, tenga que soportar que la gente coree los viejos éxitos y no se digne a escuchar las nuevas propuestas. (su última producción Detalles del miedo peca de repetitiva a veces, pero es, por mucho, de lo mejor que he escuchado en estas fechas).
El caso es que yo llegué hasta ahí sabíendo que iba a tener buena música de seguro y, por no dejar, llegué deseando escuchar esta canción, sin esperar mucho... ¡y lo tuve todo! Estaba preparada por si Mikel y sus Malas Influencias no me daban la Espalda... pero escuché la primera frase y casi enloquecí. Adoro esta canción, puedo nadar bastante en ella, a veces me acompaña camino a la nostalgia, otras veces me encuentra sumergida en mi introspección y las otras simplemente me sorprendo repitiendo...30 años sin un gramo de madurez...
No fue amor a primer oído, pero sin duda alguna, forma parte de mi soundtrack personal. Más allá de que las canciones, como la poesía, nos viven o nosotros las vivimos, sigo cantando...sha la la laa la la.
Ahi les queda la letra...
De espaldas a mi
Era mi mejor disfraz
pero ha llegado a ser
una piel artificial
he llamado al ascensor
para poder descender
al filo de otra edad.
Hasta el diez, hasta el seis,
hasta el quinto año
a la tiza escolar,
a mi amor en un bloc
donde no había máscaras
ni ganas de mentir.
Mi garganta aprendió
una forma de vivir
de espaldas a mí
era solo una cuestión
de saber cuando reír
de saber aparentar.
Gajos de libertad,
tazas de soledad
es lo que doy de sí
es lo que doy de mí
¿treinta años sin
un gramo de madurez?
Hay un mundo mejor
si miro hacia atrás,
al colegio francés
que hay junto a la estación,
y al invierno aquel
en que te conocí.
Erentxun/Corman
de El abrazo del Erizo, 1995
Hace ya rato que esta canción fluye hacia mí cuando menos me lo espero.
Recuerdo haberla escuchado por primera vez en algún canal de música, a mitad de los noventas, aunque en aquel entonces fue otro single el que me robó la atención (Suelta las riendas de mi corazón).
Mi siguiente flashback me lleva a la radio, años después. Ya era mía, pero no totalmente. Cambiaba de estación para encontrar algo decente (meta difícil antes y tan imposible ahora) cuando la locutora lamentaba que la gente hubiera preferido solicitar "En algún lugar..." de Duncan Dhu en vez de elegir De espaldas a mi. Vociferaba todo lo que podía en contra de las masas y la música comercial. Yo no quiero menospreciar a Duncan Dhu -cien gaviotas donde irán- aunque ciertamente prefiero el trabajo coherentemente más refinado de Mikel pero ¿qué le vamos a hacer? Si las masas tuvieran el cerebro conectado al oído viviríamos en un mundo feliz, feliz.
Pero no es así. Y más allá de los Alfas, Bettas y Gammas de Aldous Huxley tenemos tres clases de gente por aquí: los que van a ver a Mikel Erentxun cuando viene a Monterrey, los que deciden no ir y los que de plano no lo conocen. Mi compasión a esos dos últimos, los primeros fuímos tan felices. Al menos, yo fui eternamente feliz los eternos minutos que duró De espaldas a mi en el concierto el pasado 29 de mayo. Ciertamente, la tocada no fue para nada publicitada -lamentablemente- y el lugar es tan malo que paso de mencionarlo. El sonido también dejó mucho que desear pero aún y todo -de verdad, aún y todo-, la noche fue inolvidable, aunque no deja de darme pesar que este donostiarra siendo tan buen músico, tenga que soportar que la gente coree los viejos éxitos y no se digne a escuchar las nuevas propuestas. (su última producción Detalles del miedo peca de repetitiva a veces, pero es, por mucho, de lo mejor que he escuchado en estas fechas).
El caso es que yo llegué hasta ahí sabíendo que iba a tener buena música de seguro y, por no dejar, llegué deseando escuchar esta canción, sin esperar mucho... ¡y lo tuve todo! Estaba preparada por si Mikel y sus Malas Influencias no me daban la Espalda... pero escuché la primera frase y casi enloquecí. Adoro esta canción, puedo nadar bastante en ella, a veces me acompaña camino a la nostalgia, otras veces me encuentra sumergida en mi introspección y las otras simplemente me sorprendo repitiendo...30 años sin un gramo de madurez...
No fue amor a primer oído, pero sin duda alguna, forma parte de mi soundtrack personal. Más allá de que las canciones, como la poesía, nos viven o nosotros las vivimos, sigo cantando...sha la la laa la la.
Ahi les queda la letra...
De espaldas a mi
Era mi mejor disfraz
pero ha llegado a ser
una piel artificial
he llamado al ascensor
para poder descender
al filo de otra edad.
Hasta el diez, hasta el seis,
hasta el quinto año
a la tiza escolar,
a mi amor en un bloc
donde no había máscaras
ni ganas de mentir.
Mi garganta aprendió
una forma de vivir
de espaldas a mí
era solo una cuestión
de saber cuando reír
de saber aparentar.
Gajos de libertad,
tazas de soledad
es lo que doy de sí
es lo que doy de mí
¿treinta años sin
un gramo de madurez?
Hay un mundo mejor
si miro hacia atrás,
al colegio francés
que hay junto a la estación,
y al invierno aquel
en que te conocí.
Erentxun/Corman
de El abrazo del Erizo, 1995
8.7.10
Días difíciles
La idea primaria era escribir diariamente, pero las lluvias se llevaron esa intención junto con mi conexión a internet y la aventaron lejos, junto con medio noreste de México.
Los habitantes de Nuevo León, Coahuila y Tamaulipas hemos dejado de ver las inundaciones por la televisión. Yo sigo sin agua, pero hay gente que sigue sin nada.
Ante este desolador panorama, parecería hasta de mal gusto quejarme: mis seres queridos están bien, mi casa sigue en pie. Techo, vestido y sustento están cubiertos. Y sin embargo, no sólo de pan vive el hombre (aunque cómo aliviana no tener hambre, lo sé).
Esta noche sigo insomne y no tiene qué ver solamente con el chasco de atestiguar como en la Cruz Roja Estatal hay todo menos coordinación. La falta de respeto hacia los voluntarios y por tanto hacia los damnificados me resulta indignante. Fui ahi buscando fe en la gente y encontré motivos para sentirme avergonzada.
Eso y que los malos parecen ganar siempre.
Eso y que esta noche repaso mi relación con el mundo y salgo perdiendo. Nada comprendo de él, casi nada le apruebo y estoy cansada de estrellarme con sus modos. Y no, no, vivir a la manera del mundo, a la manera del que jode, del que agandalla, del que adula, del que miente... no es mi manera, no es una opción. No es virtud, son simples huevos. Pero en la práctica, eso no me resuelve nada. Estoy agotada.
Hasta me atrevo a decir que estoy cansada de ser quien soy. Y para colmo, en esta casa parece que últimamente sólo al perro le caigo bien.
Espero ustedes tengan mejores días o al menos, sean capaces de ver mejor las cosas.
Yo sigo insomne.
p.d. Y por si fuera poco: perdió Alemania. Ni el panbol me hace sonreír...
1.7.10
Llueve
Lluvia...
...La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne....
Federico García Lorca.
Hace ya más de 24 horas que está lloviendo. En mi hoy más que nunca lejanísimo Veracruz, es cosa de siempre esto de la lluvia continua. Pero en estas tierras del norte ya nos estamos inundando.
Contra la prohibición de no salir de casa, esta casa que no termina nunca de estar en orden, tomé mi impermeable y me puse a andar. Me escapé un rato de ella y sus gritos. Mi perro me miró con más angustia que mi mujer cuando partí.
No estuve mucho tiempo lejos. Caminé un rato y logré que el agua chicoteara mi rostro para hacerme sentir que había magia en esto de estar viva. Lo logré por breves instantes, hasta que regresé y volví al grito y al portazo. No siempre es así, pero estos últimos días no hemos tenido tregua.
Como si no bastara, no sé qué hacer con estos 31 años de vida que no me dejan de dar vueltas en la cabeza. Esa "nostalgia terrible de una vida perdida" y este sentimiento cansado de rebeldía inútil ante un mundo que funciona para todos menos para mí me abruman hasta más no poder. Estoy cansada.
...La nostalgia terrible de una vida perdida,
el fatal sentimiento de haber nacido tarde,
o la ilusión inquieta de un mañana imposible
con la inquietud cercana del color de la carne....
Federico García Lorca.
Hace ya más de 24 horas que está lloviendo. En mi hoy más que nunca lejanísimo Veracruz, es cosa de siempre esto de la lluvia continua. Pero en estas tierras del norte ya nos estamos inundando.
Contra la prohibición de no salir de casa, esta casa que no termina nunca de estar en orden, tomé mi impermeable y me puse a andar. Me escapé un rato de ella y sus gritos. Mi perro me miró con más angustia que mi mujer cuando partí.
No estuve mucho tiempo lejos. Caminé un rato y logré que el agua chicoteara mi rostro para hacerme sentir que había magia en esto de estar viva. Lo logré por breves instantes, hasta que regresé y volví al grito y al portazo. No siempre es así, pero estos últimos días no hemos tenido tregua.
Como si no bastara, no sé qué hacer con estos 31 años de vida que no me dejan de dar vueltas en la cabeza. Esa "nostalgia terrible de una vida perdida" y este sentimiento cansado de rebeldía inútil ante un mundo que funciona para todos menos para mí me abruman hasta más no poder. Estoy cansada.
Está por amanecer. Tengan ustedes un productivo jueves laboral.
Respondan la pregunta del comentario.
Por aquí andamos...
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